Soy un aggie honoraria...
Fui a mi primer juego de futbol americano colegial. Pero no fue cualquier juego, fue el de los Aggies en su propia casa. Ir a Kyle Field a ver el juego es todo un ritual.
El día anterior al juego, uno debe emborracharse; esto con el fin de poder gritar muy fuerte y divertirte en la sesión de grito. Así es, en la madrugada del sábado, así es, unas horas antes del juego, los estudiantes van al estadio y practican los gritos o porras que se harán durante el partido. Este equipo no tiene porristas, tiene 5 o 6 gritadores, hombres, que se encargan de dirigir a la tribuna.
El sábado antes del juego, hay que ir a comer a Freebirds, un tradicional mega burrito para aguantar el partido y curar la cruda... (aclaro que nosotros no asistimos a la práctica del grito, llegamos solo a comer) Mientras tanto, en el estacionamiento del estadio, ya hay gente preparando la barbacoa, los taquitos y las hamburguesas, todo esto antes del partido, ¡hay que alimentarse bien!
Como dos horas antes del partido, comienza el desfile de los cadetes y próximos oficiales del ejército que asisten a Texas A&M, compañía tras compañía, luego los caballos y luego los novatos con palas recogiendo con palas y carretillas los restos dejados por los caballos. La banda comienza a tocar, y comienza a tocar y comienzan las porras, y siguen las porras y comienza el juego.
PROHIBIDO SENTARSE DURANTE EL JUEGO. Solamente puedes sentarte mientras la banda del otro equipo toca.
Al unísono se oye a la gente gritar, enojarse, suspirar, festejar. De pronto eres compadre del de enfrente y del de al lado. Te abrazas para fingir que estás cortando los cuernos a los Longhorns, aunque no estés jugando contra ellos.
Al medio tiempo la banda hace su show creando figuras en el campo, y al final, el logo de la Universidad....
Finalmente ganaMOS.. ya tengo mi gorra de los Aggies. Fui oficialmente aceptada.
Y comprendo la emoción de ser un Aggie, donde no necesitas fraternidades pues no necesitas rentar amigos si eres un Aggie.